¿Es realmente una enfermedad?
Respondiendo a la pregunta que encabeza el blog de hoy, ya os puedo avanzar que el SIBO en sí no es una enfermedad, sinó más bien una consecuencia o una complicación secundaria a una enfermedad digestiva o trastorno de base.
El sobrecrecimiento bacteriano, más habitualmente denominado por sus siglas que provienen del inglés: SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth), es un trastorno digestivo conocido por los médicos desde hace décadas, que se ha puesto de moda en estos últimos años. A estas alturas, ¿quién no ha oído hablar todavía de él?
Un mal uso de esta nomenclatura puede llevar a confusiones y a errores diagnósticos que de forma frecuente generan preocupación y ansiedad entre los pacientes.
El objetivo de este artículo es poner en conocimiento de todos las bases de este trastorno desde un punto de vista científico y aclarar las dudas más habituales que suelen ser de vuestro interés.
¿Qué es el SIBO?
El sobrecrecimiento bacteriano se define como el exceso de bacterias a nivel del intestino delgado. El intestino delgado es la parte del intestino localizada entre el estómago y el intestino grueso (o colon). De forma habitual el colon está habitado por abundantes colonias bacterianas, a diferencia del intestino delgado donde su número es muy inferior.
¿Cuáles son las causas o situaciones que lo favorecen?
Una de las principales funciones del intestino delgado es la de absorción de nutrientes y vitaminas, pero además tiene una función de limpieza gracias a los movimientos intestinales o peristálticos, que arrastran los productos de la digestión hacia el intestino grueso, y de este modo, se evita el estancamiento y crecimiento de bacterias de forma anormal.
En general, todas aquellas enfermedades que provocan un enlentecimiento del tránsito del intestino, las que provocan una reducción de la secreción de ácido o las alteraciones anatómicas que se producen tras una cirugía abdominal, propician la aparición de este trastorno. También aumentan el riesgo de SIBO algumos otros factores como el hecho de ser mujer, la edad avanzada o la toma de ciertos fármacos: los opioides o anticolinérgicos.
Tabla con las enfermedades más comunes asociadas al SIBO:
Neuropatías | Diabetes mellitus |
Hipotiroidismo | Esclerodermia |
Cirugía abdominal | Insuficiencia pancreática |
Enfermedad celíaca | Síndrome del intestino irritable |
Diverticulosis | Insuficiencia renal crónica |
Gastritis atrófica |
¿Qué sucede en el SIBO?
En el SIBO aparecen bacterias procedentes de la región del colon a nivel del intestino delgado, sobre todo un tipo de bacterias del tipo bacilo gram negativos y las bacterias anaerobias. Este tipo de bacterias son fermentadoras de carbohidratos (o azúcares) y de este proceso químico se forman gases como el hidrógeno, el metano o el sulfhídrico.
Los síntomas de SIBO pueden surgir como consecuencia de varias disfunciones como son la existencia de una malabsorción de nutrientes, la alteración de la permeabilidad intestinal, la presencia de inflamación intestinal y/o la activación inmunológica que surge de la fermentación bacteriana patológica dentro del intestino delgado.
¿Cuáles son los síntomas?
El SIBO es un trastorno difícil de diagnosticar dado que suelen predominar los síntomas de la enfermedad que lo suele desencadenar.
Los síntomas más habituales son:
- Hinchazón abdominal
- Distensión abdominal
- Flatulencia y gases
- Diarrea
- Pérdida de apetito
¿Cómo se diagnostica?
Este trastorno se suele sospechar por los síntomas que presenta el paciente en el contexto adecuado de las patologías que lo podrían activar y por la presencia de una serie de alteraciones en los análisis sanguíneos, como son el déficit de vitaminas y de nutrientes.
Disponemos también de una prueba diagnóstica que la puede prescribir un médico digestólogo/a cuando existe una alta sospecha de padecer un SIBO, de acuerdo como ya hemos comentado, con una entrevista clínica compatible, teniendo en cuenta factores importantes como son las enfermedades de base del paciente, la exploración física, la toma de fármacos y los antecedentes de cirugía abdominal previos.
Actualmente y muy a nuestro pesar, las pruebas diagnósticas para SIBO no tienen una buena sensibilidad y especificidad, por lo que podrían existir errores diagnósticos. Por eso insistimos en la importancia que el resultado de esta prueba se ponga en el contexto de una sospecha clínica adecuada.
¿Y en que se basa esta exploración? La prueba de sobrecrecimiento bacteriano es un test de aliento que usa un preparado de glucosa o lactulosa como sustratos y consiste en la medición cuantitativa de los niveles de hidrógeno y/o metano en el aliento espirado. La técnica es muy sencilla, el paciente solo debe tomar un vaso con este preparado y soplar dentro de un tubo cada 25 minutos hasta completar un total de 3 horas.
Es una prueba relativamente económica, no invasiva y fácil de realizar, con el único inconveniente de que se trata de una exploración larga.
Últimamente han aparecido unos nuevos tests de heces basados en el estudio de la microbiota intestinal que nos podrían ayudar con el diagnóstico de SIBO, dado que son capaces de detectar si existe un exceso de bacterias en el intestino y de informarnos sobre cuáles de ellas estarían más aumentadas. Como novedad, se está desarrollando un prototipo de cápsula diagnóstica que tras ser ingerida por el paciente, podría registrar los valores de los gases que existen en el intestino de una forma más directa.
¿Qué diferencia hay entre tener un SIBO y un exceso de gases?
La presencia de un exceso de metano en la prueba del aliento no indica necesariamente que exista un SIBO, es decir la prueba nos indica que hay un exceso de gas en el intestino, pero si cuantificaramos el número total de bacterias nos podríamos llevar una sorpresa, dado que este recuento podría ser normal. En este escenario, la nomenclatura de sobrecrecimiento bacteriano o SIBO no sería la más correcta y muchos autores ya están utilizando el concepto de OMI (Intestinal Methanogen Overgrowth) para definir mejor lo que pasa en el intestino.
Esto se explica porque los micoorganismos responsables de producir el metano en el intestino no son bacterias sinó un tipo de gérmenes de la familia de las arqueas.
Un ejemplo típico, es el de los pacientes que sufren de estreñimiento crónico y acuden a mi consulta diagnosticados de un SIBO por error:
En el estreñimiento crónico pueden existir niveles elevados de metano en el aliento sin que exista un exceso de bacterias en el intestino.
¿Cuál es el tratamiento?
- El tratamiento del SIBO es el tratamiento de la enfermedad que lo provoca, siempre que se pueda. Es decir, en caso de un paciente con una pancreatitis crónica debemos asegurarnos de que está recibiendo un tratamiento correcto y así evitaremos la aparición de un SIBO. No obstante, en otras situaciones es más difícil poder hacerlo, como es el caso de los pacientes que son portadores de algun tipo de cirugía abdominal como la resección gástrica o la del colon
- Consejos de vida recomendados: Evitar el alcohol y los edulcorantes artificiales
- En cuanto a qué tipo de dieta sería la más recomendable en este trastorno, todavía no se ha podido demostrar cuál sería esa dieta ideal. Lo que sí podemos recomendar es que no se consuman en exceso fibras alimentarias de tipo insoluble (fermentables) y probablemente una dieta baja en FODMAP (Oligo-, Di-, Mono-sacáridos y Polioles Fermentables) podría ser beneficiosa durante un periodo corto de tiempo y así conseguir una mejoría de los síntomas
- Otros tratamientos son: suplementos de vitaminas, antibióticos y los probióticos están siendo investigados
¿Qué complicaciones puede tener?
En casos extremos, en el que no se diagnostica este trastorno a su debido tiempo, podrían aparecer una serie de consecuencias como un estado de desnutrición secundario a la malabsorción de nutrientes, la presencia de déficits de vitaminas como la vitamina B12, el hierro y la vitamina D.
¿Qué especialidad médica es la encargada de diagnosticar y tratar el SIBO?
Dado que se trata de una patología médica es competencia del médico especialista en Aparato Digestivo el poder poner un diagnóstico de certeza y el encargado de prescribir un tratamiento médico adecuado. Es importante ponernos en manos de un médico experto y no caer en manos de otros profesionales, sin la titulación adecuada, si no queremos entrar en una espiral de enredos diagnósticos y de verdaderos quebraderos de cabeza.