Hígado graso o esteatosis hepática

Vida con hígado graso o esteatosis hepática

¿Qué es la esteatosis hepática o hígado graso?

La esteatosis hepática o también denominada hígado graso, es una enfermedad digestiva que se origina por el depósito de grasa dentro del hígado provocada por diferentes enfermedades, así como por el consumo de algunos tóxicos y medicamentos (quimioterápicos y antiarrítmicos). Una causa habitual del hígado graso es la toma de alcohol en exceso, pero también puede ser debida a otra serie de patologías dentro de las que cabría destacar las hepatitis víricas (virus de la hepatitis B y virus de la hepatitis C), la hepatitis autoinmune, las hepatopatías metabólicas y la secundaria a un síndrome metabólico1.

La esteatosis hepática (EH) se clasifica en dos subtipos diferentes, la EH alcohólica (secundaria a la toma de alcohol) y la EH no alcohólica debida al resto de las causas.

En el artículo de hoy vamos a hablar de la esteatosis hepática no alcohólica (EHNA), y en concreto, a la debida a un síndrome metabólico. Este tipo de (EHNA) se ha convertido en la nueva epidemia del siglo XXI a nivel de los países desarrollados, siendo un problema de salud pública que afecta tanto a personas adultas como a niños, y ya es la primera causa de hepatopatía crónica en el mundo.

Se estima que un 25% de la población española tendría una esteatosis hepática y este riesgo aumenta si se padecen ciertas patologías como la obesidad o la diabetes mellitus (afecta al 40-70% de los pacientes diabéticos)

1El síndrome metabólico es un grupo de patologías que cuando se dan a la vez aumentan el riesgo de una enfermedad cardíaca, de un accidente cerebrovascular y de diabetes tipo 2. Estos trastornos incluyen: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la resistencia a la insulina, el exceso de grasa corporal alrededor de la cintura y la dislipemia (niveles anormales de colesterol o triglicéridos en sangre).


¿Cuál es la causa de la esteatosis hepática no alcohólica (EHNA)?

La EHNA es una enfermedad por depósito de grasa dentro del hígado como consecuencia de otras patologías que suceden fuera de este órgano, por lo que es considerada una patología multisistémica y representa un proceso complejo que implica numerosos factores (genéticos, metabólicos y dietéticos). El hecho de presentar hipertensión arterial, exceso de colesterol o de lípidos en la sangre, así como un exceso de azúcar o de padecer obesidad, van a aumentar el riesgo de desarrollar un hígado graso.

Las personas que padecen un síndrome metabólico son las que tendrían una mayor posibilidad de tener una EHNA.

Datos recientes han destacado el papel de la disbiosis intestinal (desequilibrio en la microbiota intestinal), que puede hacer que el intestino sea más permeable, lo que lleva a una mayor absorción de ácidos grasos libres, migración bacteriana y una liberación de productos bacterianos tóxicos, lipopolisacáridos y citoquinas proinflamatorias que se encargarían de iniciar y perpetuar la inflamación.


¿Qué personas tienen más riesgo de sufrirla?

Esta enfermedad afecta con más frecuencia a personas con obesidad (IMC2 superior a 30 kg/m²), así como a pacientes afectos de una diabetes mellitus, pero también influyen otros factores de riesgo. El componente genético, el padecer hipertensión arterial, dislipemia (colesterol o triglicéridos elevados). 

2 IMC, cociente entre el peso y la estatura de un individuo al cuadrado

¿Cuáles son los síntomas?

Suele tratarse de una enfermedad silenciosa, es decir, no suele dar síntomas en su fase inicial, por lo que es difícil de diagnosticar. Los síntomas aparecen en las fases más avanzadas, cuando ya se han establecido las complicaciones, como la cirrosis hepática con sus descompensaciones o un cáncer hepático.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico habitualmente se realiza mediante un análisis sanguíneo (alteración de las transaminasas) y de una ecografía abdominal. Este diagnóstico suele darse de forma casual, cuando se están investigando otras enfermedades. Es importante que en este análisis de sangre se incluyan una serie de parámetros que servirán para descartar las otras causas de esteatosis hepática, como la secundaria a la toma de alcohol, las hepatitis de origen vírico y los otros tipos de hepatopatía crónica. También las pruebas de imagen como la TAC y la RMN abdominales pueden ayudar al diagnóstico.

En cuanto al estadiaje o grado de severidad de esta patología, se puede establecer mediante la práctica de una biopsia hepática. Sin embargo, esta técnica está en desuso con solo esta indicación. Se trata de una prueba invasiva, no exenta de complicaciones, por lo que actualmente se prefiere la realización de la elastografía hepática o Fibroscan. El Fibroscan es un método diagnóstico no invasivo que sirve para valorar el grado de fibrosis hepática y la cantidad de grasa acumulada dentro del hígado. La principal ventaja es que se puede realizar de forma ambulatoria (no requiere de un ingreso hospitalario) y causa pocas molestias al paciente.
 

diagnóstico y dieta hígado graso o esteatosis hepática


¿Qué complicaciones puede tener?

Las complicaciones más habituales son todas las relacionadas con la fibrosis hepática avanzada, como es la cirrosis hepática y el desarrollo de un cáncer hepático (o hepatocarcinoma). Estas complicaciones tendrían relación con los años de evolución de la enfermedad, así que en una fase inicial sería poco probable desarrollar una cirrosis hepática. Las otras complicaciones estarían relacionadas con el factor causante de la EHNA, así que aumentaría el riesgo de padecer otras patologías fuera del hígado como los trastornos cardiovasculares y algunos tipos de cáncer ligados a la obesidad.


¿Cuál es el pronóstico?

Esta enfermedad pasa por diferentes estadios o niveles a lo largo de su curso evolutivo. El acúmulo de grasa puede acabar provocando diferentes grados de lesión hepática, desde una forma leve con escasa inflamación (esteatosis) hasta formas más avanzadas de hepatitis (esteatohepatitis), así como diferentes grados de fibrosis, siendo la cirrosis hepática el último de los estadios. La enfermedad diagnosticada en las fases iniciales suele tener un buen pronóstico, no obstante, cuando se establece una fibrosis avanzada (o cirrosis) aumenta el riesgo de mortalidad en un 10-12 % a los 10-15 años de su diagnóstico. Las otras comorbilidades o patologías asociadas a esta enfermedad también condicionan la supervivencia, de modo que la causa de muerte más habitual en estos pacientes sería la debida a eventos cardiovasculares como el infarto agudo de miocardio, una arritmia cardíaca o un ictus cerebral, seguida de otros tipos de cánceres, a parte del cáncer hepático.


¿Tiene tratamiento?

En la actualidad no existe una terapia específica para la EHNA por lo que la base del tratamiento pone foco en promover los hábitos de vida saludable y en tratar las patologías que la desencadenan: 

  • Modificaciones en el estilo de vida: Con el objetivo de perder peso, este es el más importante y la base del tratamiento. La pérdida de peso debe ser progresiva, con la misión de lograr disminuir del 7% al 10% del peso en los primeros 6 meses y a un ritmo máximo de 0,5-1 kg por semana. Se ha podido demostrar que esta reducción de peso se traduce en una mejoría en los análisis de sangre (disminución de las transaminasas) y de la histología hepática (resultado de la biopsia del hígado). ¿Y como se consigue todo esto?:
  1. Se recomienda la realización de una dieta equilibrada disminuyendo el consumo de calorías: Se debe disminuir la ingesta energética, así como la restricción de lípidos y de carbohidratos
  2. La práctica de ejercicio físico aeróbico: Se recomienda realizar actividad física de 3 a 4 veces por semana con sesiones que duren de 30 a 60 minutos, al menos durante 4 a 12 semanas

  • Tratar los factores de riesgo metabólicos cuando se encuentren asociados al hígado graso, como la hipertensión arterial, la dislipemia, la diabetes mellitus o la obesidad.
  • Medidas generales: Además, recomendamos evitar el alcohol y la toma de ciertos fármacos que puedan empeorar la progresión de esta patología. 

¿Cómo se puede prevenir una esteatosis hepática?

En la mayoría de los casos el diagnóstico de esteatosis hepática se establece de forma casual, cuando se están estudiando otras enfermedades o tras la realización de una analítica de sangre rutinaria.

Se recomienda investigar esta patología de forma activa en aquellos pacientes que sufran de diabetes mellitus y/o de obesidad. Y a la inversa, en todas aquellas personas a las que se les ha diagnosticado una esteatosis hepática deberían evaluarse todos los factores de riesgo cardiovascular, dado que realmente se trata de una enfermedad multisistémica (afecta a diferentes órganos)

Resumen y futuros fármacos

Y a modo de conclusión, si bien es cierto que a día de hoy no se dispone de un tratamiento específico para la eliminación de la grasa hepática, sí que se están desarrollando nuevos fármacos, algunos de ellos, muy prometedores. Estos fármacos tendrían diferentes mecanismos de acción, como los que poseen propiedades antinflamatorias, propiedades antifibróticas o de sensibilización a la insulina.

¡Y como última novedad!: se está investigando la influencia que tiene los trastornos de la microbiota intestinal en esta patología y ya existen estudios en animales en donde se ha demostrado que la toma de ciertas cepas de probióticos mejorarían el metabolismo de la grasa y por tanto la esteatosis hepática.

Los médicos debemos tener claro el promover unos hábitos de vida saludable, tratar las enfermedades asociadas al hígado graso y perseguir el diagnóstico de esta patología en todas aquellas personas que son de riesgo.